Encontrar la misión que uno tiene en la vida es descubrir el punto donde convergen la satisfacción profunda del corazón y la necesidad más grande del mundo.
Frederick Beekner.
Maya Angelou llegaría a ser la primera escritora afroamericana de renombre (I Know Why the Caged Bird Sings, Sé por qué un pájaro enjaulado canta), una de las poetas más leídas de nuestra época, actriz y productora distinguida con un premio Emmy, profesora universitaria, activista de los derechos humanos y protegida de Martin Luther King, y la primera mujer afroamericana en ser aceptada como miembro del Directors Guild of América (Gremio de Directores de América).
Quienes escucharon a Maya, leer uno de sus poemas con ocasión de la posesión del presidente Bill Clinton en 1993, estarán al tanto de sus logros en el campo del arte, pero quizá desconozcan el hecho de que fue violada a los ocho años por el novio de su madre. Después de eso cayó en un mutismo casi total durante ocho años y se negó a hablar, salvo con su hermano. Tampoco sabrán que para poder sobrevivir y sostener a su hijo Guy, fue operaria de tranvía en San Francisco, bailó en clubes nocturnos, cocinó en un café creole y trabajó en un taller de pintura de automóviles, entre otras cosas más.
Maya ha recorrido un largo camino desde la época de su infancia en el pueblo segregado de Stamps, Arkansas. El secreto para su éxito fue encontrar muchas formas de alimentar su alma. Veamos algunas de ellas, con profunda sabiduría y permanencia en el tiempo de hoy…
“Si veo algo que me desagrada, trato de cambiarlo, y si no puedo cambiarlo, modifico mi posición. Cuando miro cosas desde un ángulo diferente puedo encontrar la forma de cambiarlas o identificar algo bueno que puedo aprovechar y que sirva para que el problema cambie por si mismo”.
“Uno no se puede contentar con marginarse y lamentarse de su condición de paria; no es suficiente. Esta experiencia, esta vida, es nuestra única oportunidad de ser nosotros mismos”.
Cuando Maya encuentra resistencia a sus sueños, reacciona de la misma manera como lo hacen muchas personas que han alcanzado el éxito perdurable: busca nuevas formas de ver el problema. “Si veo algo que me desagrada, trato de cambiarlo, y si no puedo cambiarlo, modifico mi posición. Cuando miro las cosas desde un ángulo diferente puedo encontrar la forma de cambiarlas o identificar algo bueno que puedo aprovechar y que sirva para que el problema cambie por sí mismo. Si uno descubre que el mundo sencillamente no funciona como uno quisiera –si no es posible hacer que las cosas sucedan a pesar de dar lo mejor de uno mismo-, entonces hay que cambiar la forma de ver el mundo”.
El premio por hacer debe estar en el hacer mismo.
Cuando se le preguntó si ese punto de vista incluía una conciencia clara del momento cuando comenzó a tener un impacto en el mundo, Maya advirtió que no es sano pensar así. “Es mejor no hacer eso. El premio por hacer debe estar en el hacer mismo”. Cuando la gente le dice que ama su obra, ella responde sencillamente con un “gracias”. Y cuando la llaman “mentirosa o mercenaria o cosas peores” –me han acusado de todas esas cosas- yo digo: “Gracias”. Si prestara oídos a los aduladores, tendería a inclinarse por la opinión externa y ello la haría vulnerable también a las críticas punzantes que recibe.
Ni las influencias tóxicas, ni las influencias embriagadoras de la celebridad ayudan a la hora de alcanzar las metas. Maya siente que las dos amenazarían con distraerla de su obra creativa. “Como dice el proverbio africano: “No lo tomo; no lo dejo”, por que si acogiera la adulación, tendría que asumir también la amargura, ¡y todavía tengo todo mi trabajo por hacer!”.
El éxito es lo peor que le puede pasar a uno, cuando uno cree que él le da la razón. “Tener la razón puede llevarlo a uno a sentirse superior”, nos dijo Maya, y muchas veces dejamos de oír las cosas que pueden ayudarnos a mejorar. El éxito según la definición tradicional no significa que tengamos la razón, sencillamente significa que lo que haya sucedido terminó siendo bien acogido. Es más probable llegar a sufrir que a gozar la vida cuando dependemos del público para que nos diga como debemos sentirnos.
¿Cómo hace Maya para seguir siendo tan prolífica y lograr que su éxito perdure?
Según ella, se debe a su portafolio de pasiones. Pocas personas han sobresalido en tantos campos de interés, pero ella piensa que si no se hubiera entregado a muchos de ellos, probablemente no tendría ninguno. Para Maya están la danza, el canto, la actuación, la escritura, la enseñanza, la literatura, las puestas de sol, los aguaceros de abril, la buena comida, los buenos amigos, y la lista es interminable, pese a la ausencia de una sinergia manifiesta entre todas esas cosas.
Aunque una pasión suele dominar la vida de los emprendedores y es ella la que define su éxito a los ojos del mundo, es un error creer que sólo es posible dedicarse a una pasión a expensas de todas las demás.
Escrito por SH. Juan Carlos Caramés Paz.