¿Qué hacen los realizadores?

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El patrón de la realización virtualmente en todos los campos exige ver más  allá de las ideas aceptadas y los convencionalismos del día. Los realizadores no hacen caso de las fronteras de lo viejo y tienen el valor de explorar lo nuevo. Ven algo que otros no ven.

A los realizadores los une su capacidad de ver el mundo con claridad, sin miedo a los obstáculos. No dejan que su sueño se muera a la luz de la realidad. Los realizadores si ven un obstáculo, o bien lo descartan, o bien lo ven como una oportunidad. Encuentran la manera de actuar, bien sea haciéndole frente directamente, o dan un primer paso incremental alrededor del obstáculo. 

Más allá de la capacidad de soñar, sin embargo, necesitamos valor para despreciar las probabilidades adversas y absorber las inevitables penalidades y frustraciones que esperan a todos los que desafían las ideas aceptadas y el statu quo. La mayoría de los sueños abortan, disolviéndose al primer encuentro con el mundo real. A lo largo de toda la vida se nos ha dicho que seamos prácticos, que dejemos de soñar, que pongamos manos a la obra, que permanezcamos anclados a la realidad.

Los realizadores se atreven a volar desafiando la incredulidad.     Lo imposible seguirá siendo imposible si uno no empieza con la posible. Dar el primer paso y tener la perseverancia de mantener el rumbo, es la clave para convertir los sueños en realidad. Debemos desarrollar la capacidad de ver más allá del inmediato horizonte, de soñar con un mundo más amplio. La busca de mejoramiento significa que pocas verdades aceptadas son permanentes.

Definitivamente, estamos en la era de lo imposible, de cuestionar las ideas convencionales y el sentido común, de ver el mundo bajo una nueva luz; de llenarnos la cabeza de formulaciones nuevas, y  distintas  maneras de tratar los viejos problemas.

Se necesita un carácter fuerte y mucha fuerza de voluntad para conservar un sueño en circunstancias adversas.  El secreto del éxito es la constancia de propósito. La única constante es no darse nunca por vencido. Avanzar siempre hacia una meta, aun cuando los pasos sean pequeños, lleva al fin al triunfo.

Los realizadores tienen una inclinación al aprendizaje vitalicio, para convertir lo obvio en éxito. No hay sustituto para la preparación. El químico francés Louis Pasteur dijo una vez: “La casualidad favorece a los que están preparados”. Adquirir conocimientos adecuados convierte riesgos temerarios en oportunidades aceptables.

Algunas oportunidades surgen de súbito y piden a gritos una respuesta inmediata; otras aparecen como resultado de una acumulación de cambios graduales; y otras, en fin, provienen de la habilidad que uno tenga para captar una nueva ola. Pero la mayor parte vienen  y van, esquivas como la trucha que se esconde en una corriente donde se ha pescado demasiado. En otros términos, escasamente llaman.

Pero obvias u oscuras, las oportunidades que valen la pena plantean varios interrogantes. ¿Está uno dispuesto  a abandonar lo que existe?, ¿Puede rechazar un presente que le es familiar, a cambio de un futuro incierto?, ¿Se atreve a correr un gran riesgo con la remota probabilidad de una recompensa mayor?. Toda respuesta afirmativa es un homenaje al don puramente humano de atreverse. Nadie realizó jamás cosa alguna que valiera la pena sin el valor o audacia de probar lo desconocido, de ir adonde otros no se acercan. Los realizadores hacen la oportunidad, y están preparados para lo inesperado.

Los que llegan a alturas excepcionales pueden ser distintos unos de otros, pero todos tienen una cosa en común: una meta clara, nacida de algún propósito organizador que concita sus talentos, enfoca sus esfuerzos y los dirige en una dirección acertada. Un propósito es a la vez la meta que uno persigue y el motor que anima y disciplina sus esfuerzos. La necesidad de significado mueve la realización. Nadie sobrevive hoy si hace nada.

Fuente: Artículo generado de la lectura del libro The Arc of Ambition, the James Champy y Nitin Nohria.

Adaptado por  SH. Juan Carlos Caramés Paz.


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